miércoles, 29 de marzo de 2023

Crisis financiera (2 de 4). Los hechos (III)

A pesar de la gran interconexión internacional entre los mercados financieros, se descartó el efecto contagio de la crisis bancaria norteamericana a Europa. Se argumentaba que Europa es diferente: no hay bancos con modelos similares a los quebrados en USA, los bancos europeos están en mejor situación, el apoyo financiero a la industria tecnológica, menos créditos a empresas, menos inversion en deuda pública, y una regulación y supervisión del sistema bancario mas estricta que garantizaban la solidez de sus entidades financieras.

Pues, aunque se descartara la propagación de la crisis financiera a Europa, sus bolsas sí que eran zarandeadas, encabezadas por los desplomes de sus bancos.

Bien, el 15 de marzo salta la sorpresa y la acción del Credit Suisse, la segunda entidad bancaria suiza, acumulaba descensos superiores al 30 por ciento. 

Esta entidad había visto desaparecer depósitos, en 2022, por 1260.000 millones de euros. Además, llevaba dos ejercicios con pérdidas milmillonarias. De hecho, Credit Suisse (CS) había iniciado, hacia meses, un plan de reestructuración que había supuesto la ampliación de capital por 4.000 millones de euros, el despido de 9.000 personas y la reducción del 15% de los gastos. Así el capital árabe (incluyendo al Banco Central Saudí) con un 20% del capital tomó el control del banco. Sin embargo, su negativa a seguir apoyando nuevas ampliaciones de capital, precipitó el valor de la acción. (Casualmente, el gobierno saudí y el iraní firmaban, por esos días, un acuerdo de paz auspiciado por China).

El mismo día, el Banco Central Suizo, anunciaba que apoyaría, y el CS le solicita un préstamo de 50.000 millones de euros.

El jueves 16 de marzo el Banco Central Europeo, haciendo oidos sordos a la tormenta financiera suiza y a las declaraciones de los mandatarios europeos, subía el tipo de interés al 3,5%. No obstante, el banco declaraba que respaldaba la solidez y resiliencia de las instituciones financieras europeas. Y apostillaba que tienen instrumentos y liquidez necesarios para hacer frente a cualquier eventualidad financiera en el ámbito europeo.

El viernes 17 de marzo fracasa la fusión entre el Credit Suisse y UBS, el principal banco suizo. La acción del CS se hunde. Ante la amenaza de una nacionalización, el domingo 19 de marzo, el Credit Suisse, con más de 160 de años de historia, es comprado por su principal competidor, el UBS, por 3.000 millones de francos. Nuevo movimiento de concentración bancaria.

Durante el fin de semana siguiente los bancos centrales de USA, Europa, Japón, Canadá, Inglaterra y Suiza acuerdan un mecanismo para facilitar la liquidez en dólares, con el objetivo de frenar la crisis financiera. Se suceden las declaraciones de las autoridades monetarias de las principales economías (USA, Europa, Sudamérica) coincidiendo en que los respectivos sistemas bancarios son sólidos, resistentes, resilientes y mantienen un fuerte posicionamiento de capital y liquidez. Hay que notar que de este mecanismo queda fuera una parte importante del sistema financiero mundial.

Cuando las aguas parecían calmarse, el 24 de marzo se producía otro derrumbe bursátil y esta vez se trataba de un banco europeo de los grandes, el Deutsche Bank. Los expertos no saben muy bien las causas que provocaron la desconfianza hacia esta entidad, barajándose varias: la amortización de una deuda a largo plazo, que provocaría pérdidas y aumentaría los seguros por impago; echando un poco la vista atrás se recuerdan los casos delictivos en que ha estado implicado el banco (multas por manipulación de indices hipotecarios, sanciones por blanqueo de capitales, participación en escándalos financieros, sobornos en el mercado de capitales, entre otros). Pero, todo ello no parecían motivos frente a unos buenos datos fundamentales: beneficios por 5.000 millones de euros en 2022, altos niveles de solvencia y de liquidez.

El 28 de marzo la fiscalía financiera francesa registraba las sedes de cinco bancos (Société Générale, BNP Paribus, Exane, Natixis y la británica HSBC). Al parecer se les acusa de colaborar  en la elusión del impuestos sobre los dividendos a cambio de una comisión. Según estimaciones de la Universidad de Michigan, entre 2000 y 2020 este fraude habría costado unos 164.000 millones de dólares a las haciendas de Alemania, España, Francia y EE UU. Al cierre de las bolsas, el mercado penalizaba escasamente esta circunstancia.

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